Mientras YPF crece, el resto se estanca

En enero la producción de gas de YPF aumentó un 9%. La de las otras empresas cayó un 3,5%.

La actualidad de la producción de hidrocarburos en Argentina es una más de las paradojas que arroja una economía sumida en el mercado interno y fuertemente intervenida por el Estado.

Es así que mientras en el resto del mundo el barril cotizaba cerca de los 100 dólares, en Argentina primaba el criterio de no castigar el bolsillo de los consumidores fronteras adentro, lo que se tradujo en un costo interno del barril menor al valor estándar internacional.

La inconsistencia de costos llevó en el mediano plazo a la Argentina a una posición netamente importadora de hidrocarburos, algo inédito en su historia.

Hoy la situación es inversa. El precio del barril se desplomó un 100% en menos de cuatro meses, llegando a los actuales 45 dólares. Sin embargo, en la Argentina el barril se sigue pagando en torno a los 80 dólares, a fin de mantener la producción interna mediante un precio sostén. La consecuencia directa es que la caída en el precio internacional del crudo se traslada a los surtidores, cosa que sí esta ocurriendo ya en países de la región como Chile o Perú.

Está claro que Argentina decidió hacerse a un lado de los vaivenes de los mercados internacionales. La consecuencia lógica de tal decisión implica costos y beneficios.

Quienes analizan con optimismo el escenario actual se esperanzan con el potencial de la formación Vaca Muerta y el formidable horizonte que la misma ofrecería, si se lograra poner en marcha la extracción al 100%. Son esos mismos analistas los que chocan, a la vez, con la cruda realidad del shale oil en Neuquén. Es que al día de la fecha sólo YPF ha puesto en marcha la producción, en una sociedad a puertas cerradas con la estadounidense Chevron, que no ha logrado mover de verdad la aguja de la producción total de hidrocarburos.

Sucede que la inversión necesaria para el verdadero boom petrolero es millonaria y en dólares. Algunos especialistas indican que la cifra sería cercana a los 30.000 millones de dólares. Semejante suma sólo podría ser aportada por una empresa multinacional en sociedad con la petrolera estatal. Pero ello no sucederá hasta tanto la política económica interna sea «amigable» con los capitales.

Así las cosas, la foto que arrojó el mes de enero en cuanto a la producción en Argentina no difiere de lo registrado hasta fines de 2014: YPF crece, mientras el resto de las operadoras, en general empresas privadas de capital extranjero, reducen sistemáticamente sus niveles de producción.

Si se observa la infografía adjunta, los datos difundidos por la propia Secretaría de Energía de la Nación son elocuentes.

Considerando sólo el primer mes de cada año, la producción total de petróleo en Argentina creció apenas un 1% en el 2014 y la de gas se redujo un 0,4%.

En el mismo período, la producción de YPF aumentó un 9,4% en petróleo y un 9,1% en gas, mientras que el total extraído por el resto de las empresas cayó un 3,6% en petróleo y un 3,46% en gas.

En cuanto a los derivados, el total de naftas cayó un 5,1% interanual en enero. La baja también afectó en este caso a YPF, que redujo su producción un 2,9%, al tiempo que el resto de las empresas lo hizo un 7,9%.

Un dato llamativo es la reducción de las importaciones de gas en enero. Las mismas disminuyeron un 29% interanual. El dato puede leerse positivamente, en tanto implica una salida menor de divisas, en un año especial por lo político.

Pero dado que la producción nacional ha permanecido constante, otra lectura es que la baja en las importaciones obedece a un menor nivel de actividad económica.

Todo un síntoma de la política energética estatal, consistente en fortalecer la empresa nacional, incrementando su participación en el mercado.

Pocos son los que al día de hoy cuestionan la decisión de recuperar la empresa nacional de hidrocarburos. Argentina fue el único país productor en la región que privatizó el petróleo en los años 90.

Sin embargo, por todo lo ya expuesto, el tan mentado y anunciado autoabastecimiento energético lejos está aún de suceder.

El contexto internacional en el mercado de hidrocarburos y la coyuntura política nacional hacen suponer que difícilmente se revierta la situación antes del 2016.