Tres decisiones de agenda energética que deberá tomar Macri al inicio de su gobierno

 

Mauricio Macri fue electo ayer nuevo presidente de la Argentina. En las próximas semanas hasta la asunción del 10 de diciembre, se espera que dilucide los nombres de los funcionarios que integrarán su gabinete. Juan José Aranguren es casi un número puesto para tomar el control del área de Energía. El ex presidente de Shell trabaja desde mediados de año en la coordinación de los equipos energéticos de la Fundación Pensar, el think tank del PRO. Se estima que Andrés Chambouleyron y Sebastián Scheimberg, dos colaboradores que lo flanquearon en los últimos meses, formarán parte de su equipo.

Aranguren sabe que deberá definir una serie de decisiones al inicio de su gestión. Deberá articularlas con quien asuma como ministro de Economía. Alfonso Prat Gay es quien, hoy por hoy, parece con mayores chances de quedarse con ese cargo.

Entre los principales puntos que integran la agenda de cortísimo plazo de Aranguren figuran:

1) Definir un nuevo esquema de tarifas de la electricidad en la región AMBA, compuesta por Capital Federal y el Conurbano, que se mantienen congeladas desde el año 2001.Alrededor de 2 millones de usuarios pagan menos de $ 1 por día por la electricidad que consumen. Es decir, un 40% de la región AMBA paga, en promedio, una factura de $ 30 mensuales. La cifra no cubre ni un 20% de los costos reales de producción, transporte y distribución de la energía. El 80% restante se solventa a través de subsidios del Estado. En 2014 serán alrededor de $ 90.000 millones de pesos. Aranguren adelantó que prevé reducir significativamente ese número, garantizando un subsidio para sectores de bajos recursos por el equivalente al consumo de 150 kilowatt (Kw) por bimestre.

2) Actualizar las tarifas residenciales del gas. Al igual que con la electricidad, lo que pagan los usuarios domiciliarios no alcanza a cubrir el costo real del fluido que consumen. El Gobierno destina a Enarsa, la empresa estatal de energía, cerca de $ 50.000 millones para cubrir los gastos de importación de gas, tanto desde Bolivia como a través de barcos metaneros. SI bien el año pasado el kirchnerismo instrumentó una suba de las tarifas residenciales –con alzas de entre un 60% y un 550% en función del ahorro realizado por cada usuario-, los valores para los sectores domiciliarios siguen muy por debajo del costo real del gas.

3) Fijar los precios internos del petróleo y el gas. El petróleo extraído en Neuquén, de mejor calidad, se paga hoy a 75 dólares, un 85% más que en EE.UU. Aranguren afirmó que apunta a prorrogar en 2016 un acuerdo sectorial para mantener desfasados los valores del crudo mientras la cotización internacional continúe depreciada, pero lo más probable es que el importe doméstico del petróleo sufra una importante retracción, que en gran medida estará signada por cómo evalúe el tipo de cambio. A mayor devaluación del peso más bajará el precio local del petróleo medido en dólares. El próximo gobierno también deberá definir qué sucederá con el precio interno del gas, el principal combustible de la matriz energética argentina. El Gobierno puso en marcha hace dos años un Programa de estímulo a la inyección de gas –conocido como Plan Gas- para subsidiar la nueva oferta del fluido. La iniciativa demanda del Tesoro casi US$ 2000 millones. La administración de Macri deberá decidir sobre la continuidad o no del programa, que otorgó incentivos que lograron frenar la declinación de la producción local del hidrocarburo. La fijación de los precios domésticos del petróleo y el gas es clave para proyectar el nivel de inversión que podrá apuntalar YPF. El capex de la petrolera presidida por Miguel Galuccio llegó hasta los US$ 6000 millones este año. El año que viene ese presupuesto se verá sensiblemente reducido.