Debate: los desafíos de la exploración petrolera en la Argentina

La presente nota de opinión firmada por Daniel Kokogian, uno de los geólogos con mayor trayectoria en la industria petrolera, fue motivada por una reciente publicación del Instituto Argentino de la Energía (IAE) General Mosconi denominada “Hidrocarburos: Una desventaja competitiva energética de Argentina”.

El Instituto Argentino de la Energía (IAE) emitió recientemente uno de sus regulares informes en los que trata distintos aspectos de la situación energética de la Argentina.

De manera acertada, a mi entender, discute en ese documento la difícil situación de nuestro país respecto de reservas y producción de hidrocarburos, tópicos estos que -con leves fluctuaciones- han evidenciado disminuciones en los últimos 15 años.

Se plantea allí que la búsqueda del autoabastecimiento debería ser un objetivo importante del país, y que el mismo debería buscarse absteniéndose de la implementación de subsidios y a costos competitivos con la alternativa de importación.

Es pública y bien conocida la existencia de distintas posiciones políticas respecto de esta definición y no es intención de esta nota entrar en ese debate. Los puntos que, como geólogo, pretendo analizar son los motivos según los cuales el IAE adjudica la “responsabilidad” por disminución de reservas y/o producción. Mi intención es hacerlo constructivamente a fin de sumar una visión y colaborar a un tema central del ámbito de la energía. Es procedente resaltar que varios de los conceptos expresados por el IAE han sido también expresados por otros actores, como el grupo de Ex Secretarios de Energía, e incluso, en ocasiones, por otros referentes de la industria, por lo cual creo que amerita un intercambio abierto de opiniones sobre un tema sensible para el área energética: la exploración de hidrocarburos.

“La Argentina ha cometido un error estratégico hace aproximadamente 25 años que los diversos Gobiernos argentinos no han corregido en este lapso: ha abandonado la inversión de riesgo en exploración de hidrocarburos en cuencas convencionales……”, cuestiona el informe.

El primer comentario que surge de esta afirmación podría ser una cuestión semántica, pero parece conveniente mencionarlo. No existen cuencas convencionales y no convencionales, sino reservorios convencionales y no convencionales, los cuales puede coexistir -o no- en una Cuenca Sedimentaria.

¿Los Gobiernos abandonaron la inversión de riesgo? ¿O fueron las compañías las que abandonaron la inversión de riesgo? En el periodo que analiza el IAE, distintos gobiernos, nacional y provinciales, implementaron o pretendieron implementar programas de exploración que básicamente consistieron en la oferta de áreas disponibles en las distintas cuencas del país. En la década del ‘90, las Rondas del llamado Plan Argentina dejaron de implementarse ya que las mismas quedaban desiertas, no habiendo oferta alguna por los bloques disponibles.

Luego de un periodo de varios años, en los que las áreas quedaron en un “limbo” de jurisdicción en el traspaso de la Nación a Provincias, hubo varios rounds licitatorios en los que la industria participó activamente. Es útil recordar que salvo casos específicos de alguna Provincia donde la competencia no fue del todo transparente, en la mayoría de los casos se participó y compitió abiertamente. Esos procesos luego se discontinuaron, no porque no hubiera áreas disponibles, sino que las que había, no le interesaban a la industria. A la fecha, sólo se destacan los periódicos ofrecimientos que realiza la provincia de Neuquén para no convencionales y la preparación de una ronda licitatoria de bloques en Mendoza; en 2017 hubo un exitosa ronda licitatoria en Santa Cruz cuyos resultados se verán en los próximos años.

¿Y cual fue el resultado de esos procesos orientados fundamentalmente a la exploración de objetivos convencionales? Debemos aceptar que, salvo un par de descubrimientos importantes realizados en el ámbito de Cuenca Neuquina, solo existen algunos pocos yacimientos menores hoy en producción que se descubrieron por la exploración realizada en ese periodo.

“Las cuencas sedimentarias en los 110 años de historia petrolera han sido exploradas apenas en un 25% sobre el total disponible. Es notoria nuestra virginidad hasta el talud oceánico en nuestros espacios marítimos”, afirma el IAE en otro de los párrafos de su informe.

Sobre este punto, creo que amerita una separación de la actividad exploratoria onshore de la offshore. No está claro en el comentario del IAE a cuales de estos ámbitos se refiere.

Las cuencas sedimentarias onshore de la Argentina han sido exploradas, con mayor o menor intensidad, pero de ninguna manera puede decirse que se haya explorado solo el 25% del total disponible. No se especifica la procedencia de ese dato estadístico, pero quizás exista una confusión entre las cuencas en las que se exploró y se encontró hidrocarburo y las que se exploró y no se encontró ni hidrocarburo ni, hasta ahora, indicio alguno de la posible presencia de roca madre.

¿Esto significa que no hay nada más que hacer? De ninguna manera. Hay datos condenatorios de cuencas enteras y/o sectores de cuencas mayores, pero quedan cosas por hacer. ¿Eso habilita a decir que lo que resta abarca el 75% de las áreas potenciales? No, definitivamente, no.

Pareciera un ejercicio vacuo, discutir un porcentaje, un valor cuantitativo. Lo que sí parece meritorio es considerar qué valor cualitativo tienen los datos obtenidos a través de décadas de exploración. Si nos atenemos a ellos, puede afirmarse que en todas las cuencas sedimentarias onshore no productivas se han encontrado o bien datos bastante negativos cuando no, absolutamente condenatorios. Por lo tanto, sería técnicamente insustentable asociar una pretendida exploración masiva de esas cuencas a una reversión abrupta de la caída permanente en las reservas. No parece razonable pensar que la búsqueda del autoabastecimiento se solucionaría simplemente saliendo a explorar intensamente áreas de altísimo riesgo geológico, riesgo este que no está asociado en la mayoría de los casos a falta de información sino a la presencia de información negativa.

Creo que amerita detenerse de forma especial en este punto. Se ha mencionado reiteradamente desde distintos sectores que la Argentina tiene 21 cuencas sedimentarias y solo produce en 5 o 6 de ellas, según la fuente consultada. Ergo, habría un potencial inmenso por explorar. No es así. Como se mencionó aquí, prácticamente en todas las cuencas sedimentarias onshore se ha realizado algún tipo de nivel de actividad exploratoria. Se podrá discutir si alguna de ellas amerita exploración adicional, personalmente creo que sí, pero no solo no es correcto, sino que es totalmente erróneo afirmar que no se ha explorado en las cuencas no productivas. En la mayoría la exploración arrojó datos, en principio, negativos.

“Como resultado de esta falta inexplicable (Nota: la falta de exploración) no se descubren nuevos yacimientos de bajo costo…”es otra de las afirmaciones del informe del IAE.

Sinceramente, cuesta entender este comentario. Si la experiencia demuestra que no hay una relación causa=efecto entre explorar y descubrir, mucho menos la hay entre explorar y descubrir yacimientos de bajo costo. Hay un viejo “chascarrillo” en el ambiente de exploración que menciona que los niveles ejecutivos y sectores “satélites” al core del upstream suelen pedirle al geólogo: “¿Por qué no perforas solo los pozos buenos?”

“Las petroleras temen el riesgo exploratorio y se refugian exclusivamente en Vaca Muerta”, otra mención del informe.

Aquí sí, estoy prácticamente de acuerdo con el IAE. Solo le agregaría el vocablo “casi”…casi todas las petroleras le temen al riesgo exploratorio. Y esto es así, no de ahora, desde hace un par de décadas. Cuando la exploración dejó de estar en manos y a discreción de una “manga” de desubicados (los exploradores), que iban detrás del oro negro y/o el gas en todos lados y a cualquier costo. Un día se inventó el Análisis de Riesgo, fantástica herramienta para darle “consistencia financiera” a los proyectos exploratorios y que, de hecho, mató para nunca más resucitar a la exploración de riesgo, acá y en el mundo. QEPD. ¿Exagero? Creo que no. Es la explicación absolutamente básica a “falta de interés” de las petroleras a explorar en las cuencas no productivas. No hay, y quizás no habrá en el futuro, un solo proyecto de exploración de alto riesgo que “pase el filtro” de los objetivos financieros. “Perforame solo el pozo bueno!!!”, otro chascarrillo.. De cualquier manera, si bien es una tendencia global, es verdad que en la Argentina existen algunas petroleras con especial aversión al riesgo exploratorio, alto, medio y bajo.

La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) muestra la disminución dramática de la incorporación de reservas a través de nuevos descubrimientos a partir de los ’90. Está claro que no desconozco que siendo un numero “finito” de acumulaciones a descubrir y luego de encontrar las más “fáciles y grandes”, cada vez costará más mantener el ritmo de incorporación de reservas convencionales. Pero estoy absolutamente convencido de que la incorporación del análisis de riesgo influyó y mucho en esta debacle. Alguien, con buen criterio, argumentara que ahora solo se perforan los mejores proyectos, lo cual hace mas eficiente todo el sistema. Es posible, también se puede argumentar que no sabemos cuánto petróleo y gas dejamos en el subsuelo por temor a perforar pozos “papas”. Que, demás esta decirlo, suelen ser los datos más firmes que llevaron y pueden llevar al descubrimiento de nuevos yacimientos.

“Es notoria nuestra virginidad hasta el talud oceánico en nuestros espacios marítimos”, continúa el informe.

Hay acciones recientes tendientes a avanzar en la exploración de la llamada Cuenca Argentina; básicamente registración sísmica. Es un gran paso en la dirección correcta, si bien es solo el inicio, es alentador. Salvo en ese sector, se realizó exploración en algunas cuencas en la plataforma con resultados negativos -muy especialmente en la Cuenca Malvinas- y en la Austral, donde producimos hidrocarburos. El offshore claramente es un área subexplorada, pero no de notoria virginidad.  De riesgo y de altísimo costo, pero subexplorada. Nada de lo que se haga allí impactará en el corto plazo, pero está claro que debe hacerse.

“.ese paradigma se basa en forma exclusiva y excluyente en suponer que la única salida es la explotación de recursos de hidrocarburos no convencionales”, advierte el IAE.

Totalmente de acuerdo, y al igual que en el caso de la aversión al riesgo exploratorio incluiría el vocablo “casi”, ya que no todos adherimos a esa posición. Por alguna razón “mágica” hay un sector importante de la comunidad petrolera, muy especialmente fuera del núcleo técnico del upstream, que piensa exactamente eso. En otras palabras, Vaca Muerta o el fin del mundo. Podríamos asegurar que ese pensamiento mágico se reafirma de manera inversamente proporcional, cuando más alejada la persona esta del núcleo de exploración y desarrollo más firme adhiere a esa posición. Haciendo un “mea culpa” es difícil cuestionar esa posición dentro de ámbitos políticos, por ejemplo, cuando es la misma industria la que envía ese mensaje “hacia fuera”.

Los recursos no convencionales (NOC) son y serán una parte del todo, pero no deberíamos pensar que serán la única y excluyente vía a utilizar. No entraremos aquí a discutir las condiciones no geológicas sino del negocio propiamente dicho de los NOC, pero hoy son una parte menor de nuestras reservas y producción, considerando el tight, y muy pequeña si solo consideramos a los “shales”.  Seguramente incrementarán su participación, aunque no está suficientemente claro a qué ritmo lo harán. Veremos.

Sin embargo, cualquiera sea ese ritmo, un análisis desapasionado de la situación sugeriría que antes que los NOC “copen” el escenario de producción y reservas, hay mucho por hacer en los convencionales. En este caso, y no en línea con lo sugerido por el IAE, parece ser que los mayores volúmenes disponibles de reservas y producciones futuras de petróleo están relacionados a la implementación masiva y eficiente de procesos de secundaria y terciaria. Hay, quizás, mucho más petróleo allí que el que pudiera venir de exploración de proyectos convencionales de muy alto riesgo y aquí sí…a un costo sustancialmente más bajo que otras alternativas. La “invisibilidad” de este potencial está relacionado con la política errática y desprovista de rigor técnico que se aplicó y se aplica en muchos casos, no en todos, en la actividad petrolera en nuestro país. En el caso del gas, si parecería que el mayor potencial esta en los tight y shales, muy especialmente de Neuquén y la cuenca Austral.

“El nuevo paradigma debe consistir en la aplicación de una nueva estrategia petrolera u gasífera que combine a la apuesta por los recursos no convencionales (Vaca Muerta y otros) con la exploración convencional olvidada en cuencas convencionales inexploradas”, concluye finalmente del informe del IAE.

Por todo lo aquí expresado, creo que esta “declaración de principios” del IAE amerita algún tipo de modificación. Ya lo mencionamos, no hay cuencas convencionales, por lo tanto, no hay cuencas convencionales inexploradas. No hay, tampoco, cuencas sedimentarias inexploradas en el onshore. Sí hay sectores subexplorados de alto riesgo y la recuperación secundaria y terciaria de petróleo rankea bastante más alto que la exploración remanente de objetivos convencionales.

El nuevo paradigma hidrocarburífero debería consistir en la aplicación de una nueva estrategia que combine la apuesta a los recursos no convencionales con la maximización de las técnicas de recuperación secundaria y terciaria; paralelamente debemos agotar los esfuerzos exploratorio de las cuencas productivas (el potencial, especialmente gasífero, de Cuenca Austral es, a mi entender, enorme y recién ahora se está reactivando la actividad allí) y avanzar sobre el offshore.

Un comentario final. En el informe del IAE y en las discusiones diarias sobre estos temas, suelen mezclarse, o no separarse claramente, las tareas propias de los gobiernos a través de las autoridades del área de energía y lo que corresponde al esfuerzo de la industria, es decir, a las compañías petroleras en particular. Es común reclamar a los gobiernos por un marco político-económico adecuado para el desarrollo del negocio petrolero, pero pocas veces se ha escuchado algúna mirada introspectiva de la industria respecto de cosas que podrían haberse realizado de mejor manera. Y en este punto, no quiero dejar de mencionar una falencia, grosera a mi entender, que prácticamente inviabiliza toda posibilidad de recuperación rápida: la falta de optimización de los portfolios de las Compañías y, por ende, el número exiguo de “jugadores” en este partido. Y allí sí -al menos es mi percepción- existe o debería existir parte del upsideremanente de varios de los yacimientos convencionales. Hay más de un caso en el que nuevos ojos, nuevas mentes, que vienen de afuera sin tantos preconceptos sobre nuestras cuencas encontraron lo que aquí no se buscaba.