Por medio de una torre de perforación que camina, Pluspetrol baja los costos y aumenta la productividad de un bloque petrolero de 65 años

La petrolera incorporó un walkingrig, una moderna torre de perforación que le permite bajar costos en un bloque con 65 años. Pluspetrol apostó a achicar costos para ganar rentabilidad y la torre caminante fue la opción.

Por medio de una torre de perforación que camina, Pluspetrol baja los costos y aumenta la productividad de un bloque petrolero de 65 años

El equipo demandó unos 35 millones de dólares y permite reducir los tiempos de la operación. El objetivo de la firma es terminar cada pozo en un plazo de 12 días.
Enclavadas en el medio de la barda, a pocos kilómetros de Plottier y Neuquén, cientos de cigüeñas petroleras marcan con sus siluetas la línea del horizonte y trazan serpenteantes los límites de uno de los yacimientos hidrocarburíferos del país que convive con barrios y asentamientos.
Si el yacimiento Centenario fuera una persona, con sus más de 65 años de actividad ininterrumpida, ya estaría jubilado. Pero su operador, Pluspetrol, apuesta a extender su retiro de la mano de la incorporación de nuevas tecnologías.
Plus001 es el nombre del primer walkingrig que adquirió hace diez meses la petrolera y que, casi como salido de la película Transformers, camina por estos campos maduros a la caza del tight gas y el recorte de los plazos de perforación que hagan rentable el circuito.
Tras más de dos décadas con YPF, hace ya cuarenta años que Pluspetrol opera el área que supo reconvertir del petróleo convencional al tight gas, para tratar de gambetear el 98% de agua que las perforaciones sacan a superficie.
Con 1.500 caballos de potencia, este walkingrig tiene 52 metros de altura y ya permitió a la firma reducir considerablemente los tiempos de trabajo.
Mover toda la torre de una sola vez implica no tener que desmontar decenas de piezas, y según son 12 horas acá, 12 allá, que te vas ahorrando por cada nuevo pozo, porque gran parte de la estructura se monta sólo la primera vez y luego simplemente se desplaza. En términos más gráficos Collareda remarca lo que antes tomaba 6 días ahora se hace en 3 horas.
En esos pequeños pasos, que pueden controlarse manualmente o en forma remota, la mole de hierro mueve consigo no sólo las 200 toneladas que pesa el sondeo sino un total de hasta 500 toneladas, algo así como mover 400 autos medianos de un solo empujón.
Para que el walkingrig funcione fue necesaria la construcción de un sistema de lodos especial, a medida, ya que no se permitió la importación del que la empresa buscaba traer.
Esta pileta es la segunda clave del sistema caminante, ya que posee ocho bocas conectoras ubicadas a 12 metros entre ellas, permitiendo así mover la torre sin tocar el sistema de lodos.
En esa pileta circulan constantemente por sus dos bombas los 180 metros cúbicos de agua y agentes sostén que permiten las operaciones. La saranda extrae los restos de lo que supo ser el subsuelo, que en medio del vapor generado por el calor de la tierra, se separan para volver a reutilizar el lodo.
En total son 35 personas por turno las que trabajan en la locación, pero sin dudas la persona más importante es quien ocupa el sillón del “doghouse”, el cerebro de este Transformer de los hidrocarburos.
A unos 15 metros de altura, la sala de comando es donde se toman las decisiones. Desde un cómodo sillón, rodeado por cinco monitores, el maquinista de turno observa el cuadro de maniobras, define la dirección de cada una de las ramas, controla las presiones, el peso de cada herramienta y la velocidad a la que el trépano se come el subsuelo.
También analiza los bombeos, el agua, el aceite, y con el top drive le imprime la rotación necesaria. Desde allí está direccionando cuatro pozos que tendrán al finalizar la semana un total de 1.200 metros de rama lateral, una profundidad de 3.000 a 3.200 metros y una extensión global de hasta 3.800 metros.