Detrás de la caída del precio del petróleo está la mano de Washington
NUEVA YORK.- El precio en caída del petróleo, desde que Arabia Saudita decidiera no reducir la producción para contrarrestar la oferta en ascenso en otras regiones, ha alimentado una intensa especulación acerca de la caída del cartel, temido por su poder de modificar a voluntad los precios del petróleo.
¿El mayor productor de la OPEP no quiso o simplemente no pudo evitar el creciente exceso de oferta? ¿Esto significa que el petróleo nunca volverá a alcanzar los 100 dólares el barril, nivel al que necesitan que esté los manirrotos miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo?
La respuesta es sorprendente: Estados Unidos. El año pasado produjo más petróleo del que había producido en los últimos 25 años, por lo que superó a Arabia Saudita.
Enfrentando el temor de una gran escasez de energía, a la sombra de un embargo de los productores árabes, la administración Nixon sentó las bases de una política industrial que desarrolló las tecnologías necesarias para lanzar el petróleo y el gas natural de esquistos (shale oil y shale gas) al mercado.
Por supuesto que los ambientalistas que se oponen a toda intervención del Estado en el negocio de los combustibles fósiles rechazarán esto. Pero la colaboración entre el Estado y las empresas en la búsqueda de la independencia energética ofrece una lección valiosa para los responsables de generar políticas que respondan al actual imperativo energético: reducir las emisiones de carbono para combatir el cambio climático.
Muchos han comentado que el embargo petrolero árabe de 1973 debilitó el control de la OPEP sobre el mercado del petróleo al alentar la producción fuera de la OPEP, en lugares como la bahía de Prudhoe en Alaska, que llegó al mercado a través de un oleoducto aprobado por el Congreso, semanas después del embargo.
En cambio, poco se ha dicho respecto de Estados Unidos en el desarrollo de nuevas tecnologías energéticas. Por más críticas que se hagan respecto de los esfuerzos de la administración Obama por responder a los desafíos energéticos de largo plazo, el rol más útil del Estado bien podría ser apoyar las investigaciones y emprendimientos que podrían permitir alcanzar un futuro con bajos niveles de carbono.
«Si una lección clave surge de la revolución de los esquistos, es que las inversiones públicas en la innovación tecnológica pueden producir inmensos beneficios, tanto para la economía como para el medio ambiente», dijo Michael Shellenberger, presidente del Breakthrough Institute, un grupo promotor del desarrollo sustentable de California.

GRAN IMPULSO

El interés en los depósitos de esquistos fue motivado por la búsqueda de gas, no petróleo. Pero el embargo petrolero les dio gran impulso. El Congreso aprobó la ley de reorganización energética de 1974, que creó la Administración de Investigación y Desarrollo de Energía. Esto dio comienzo con gran impulso a una fuerte inversión estatal en investigación y desarrollo para recuperar el gas en los esquistos.
Por supuesto que la ayuda estatal no hubiera logrado nada sin empresarios privados que corrieron riesgos y siguieron las señales del mercado. El fracking se limitó principalmente al gas hasta que los precios del gas comenzaron a caer hace unos años, lo que llevó a los productores a derivar sus esfuerzos hacia el petróleo, que podía explotarse usando tecnologías similares.
Washington tuvo un rol crítico en la historia que llevó a la reciente caída de los precios del petróleo.
El precio de US$ 45 el barril no asegura un gran futuro para el petróleo de esquistos estadounidense, que es comparativamente caro.
Pero, aunque una cantidad de productores de petróleo de esquistos queden fuera del mercado, la industria, que puede reaccionar más rápido a las señales de los precios, podría de todos modos cambiar los mercados petroleros definitivamente, al poner un techo a los precios del petróleo más cerca de los US$ 50 el barril que el nivel preferido de OPEP de US$ 100.
«El fracking le pone un techo al precio», dijo Jeff Colgan, un cientista político de la Universidad de Brown que ha estudiado la evolución del petróleo global.
Los cambios en el precio del petróleo también ofrecen una oportunidad. «Reducir nuestra fuerte dependencia del petróleo nos exigirá pagar las inmensas ganancias de nuestras inversiones en esquistos, a través de un esfuerzo a plazo prolongado para acelerar la transición a los vehículos eléctricos o de algún otro tipo», dijo Shellenberger.
Muchos republicanos advierten que el petróleo barato crea la oportunidad de elevar los impuestos a las naftas sin enojar a los votantes, produciendo recursos que el Estado podría usar para desarrollar propuestas que ayuden a resolver el problema ambiental.