Por mes cierran 12 estaciones de servicio
La estación de servicio, que atiende en la esquina, no se limita a la esquina. La hilera de 16 coches que esperan, en doble fila y con balizas, sigue toda la cuadra hasta la calle siguiente. Los conductores saben que llegar al surtidor les llevará al menos 20 minutos. Les molesta. Pero, resignados, se consuelan: “Hay días que es mucho peor”.
La escena, vista ayer al mediodía en una YPF de Barracas, refleja un problema creciente. Y es que ya no hay comercios que garanticen un ingreso directo al surtidor, salvo de madrugada. La “hora pico”, dicen los estacioneros, se amplió. Y las esperas crecieron. ¿Por qué? Porque los autos son cada vez más y los lugares de carga, cada vez menos.
En los últimos 15 años desapareció un tercio de las estaciones de servicio. El país había iniciado el siglo con 6.628 expendedores de nafta. En 2005, tras la crisis, quedaron 5.528. Pero los cierres siguieron y en abril pasado se contaron sólo 4.434 locales, de los cuales el 40% está en Capital y Provincia.
Los datos, relevados por la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos (CECHA), revelan que 2.194 estaciones cerraron: 146 al año, 12 por mes o 3 por semana durante 15 años. De esas bajas, 121 ocurrieron en los últimos tres años. Y donde antes funcionaban los surtidores hoy se ven edificios, supermercados o baldíos.
El problema es que, en simultáneo, se sumaron al tránsito más de tres millones de vehículos. Si antes había un punto de carga cada 1.531 autos, hoy cada una debe atender más de 3.000. Eso sin contar las motos, cuyo parque se duplicó en los últimos cinco años. Las consecuencias están a la vista.
“Indudablemente las esperas aumentaron. Antes no se hacía cola. A lo sumo se juntaban 2 o 3 autos. Pero ahora, en muchas ciudades suelen formarse filas de dos o tres cuadras. La mayoría de las veces se
espera 15 o 20 minutos, y hasta una hora entera en los horarios de alta demanda”, lamenta Oscar Díaz, presidente de CECHA. Y agrega que las mayores colas se ven en el interior y en estaciones de YPF.
En Capital, según relevó Clarín, la espera promedio actualmente va de 10 a 15 minutos, y puede superar la media hora en las playas que ofrecen descuentos.
“Hoy la gente espera más y para los estacioneros es un problema. La gente se pone nerviosa, se irrita y empieza a tocar bocina. Además, como los predios no están diseñados para tanta espera, las colas siguen en la calle, en doble fila. Y eso, además de molestar a los vecinos y obstruir el tránsito, resulta peligroso: ya hubo accidentes”, comenta Luis Malchiodi, titular de la Federación de Entidades de Combustibles bonaerense (Fecoba).
Pero no sólo se trata de esperar más frente al surtidor. Al haber menos estaciones, los automovilistas también deben recorrer más cuadras –o kilómetros, en la ruta– hasta llegar a la estación de servicio más cercana.
“La gente se queja mucho de que le sacaron la estación del barrio y ahora tiene que recorrer más de 20 cuadras para cargar, lo que sube el gasto. Y para colmo, después esperar 10 o 20 minutos a que lo atiendan. Antes sólo se veían colas antes de un paro o un fin de semana largo, pero hoy son lo normal”, compara Claudia Collado, presidenta de Acción del Consumidor.
Otro punto que causa quejas es que, con tantos autos esperando y poco personal, muchos locales optaron por dar de baja “servicios de cortesía” antes indiscutibles, como la limpieza de vidrios o la revisión del aceite y el líquido refrigerante.
En el sector atribuyen los cierres a que el negocio se fue haciendo cada vez menos rentable y muchas empresas no resistieron, en especial las más chicas y las “blancas”, que no tienen la bandera de ninguna petrolera y hoy denuncian problemas de abastecimiento.
“Muchas vendieron el terreno para edificios. Pero más del 50% de los cierres ocurrió en rutas. Sólo entre Buenos Aires y Mar del Plata desaparecieron más de 20 locales”, asegura Manuel García, al frente de la Asociación de Estaciones de Servicio Independientes. Y advierte que la situación aún “no tocó fondo”. Según estima, hoy unas 800 estaciones de servicio están “en peligro inminente de cerrar”.