El problema del petróleo barato
En algún lugar de mi casa debe de haber un ladrillo de tropocientas páginas titulado Economía Internacional. En un obvio (y exitoso) intento de maximizar mi bienestar, no lo compré, sino que decidí, hace más de una década, que para dejarlo arrastrándose por el suelo en la redacción de Expansión, mejor me lo llevaba a casa. Lo de que uno maximice su bienestar afanando un libro de texto llamado Economía Internacional es materia de otra columna, si acaso en el suplemento de la sección de Salud, área de Psiquiatría.
El libro me ha venido a la cabeza porque en las últimas semanas hemos sido testigos de un debate entre sus coautores. Por un lado, Paul Krugman, Premio Nobel de Economía, columnista del New York Times y, en general, prima donna. Por otro, Maurice (Maury para los amigos, como si fuera en homenaje a uno de los personajes de la antigua Aquí no hay quién viva) Obstfeld, economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI). El debate era: si siempre nos quejamos de que los precios del petróleo son caros, ¿por qué la caída del precio del petróleo está frenando a la economía mundial? También podía haberse formulado de otra forma, más simple: ¿Pero es que es imposible dar una a derechas en Economía? ¿Cómo es posible que baje el petróleo y eso sea malo para nadie (excluidos, claro está, productores)?
La pregunta llega perfecta justo en este momento, cuando el secular (en el sentido literal, porque dura ya más de 1.000 años) enfrentamiento entre Arabia Saudí e Irán ha impedido que los productores de hidrocarburos pacten siquiera un mínimo recorte del bombeo de petróleo.
La respuesta de Obstfeld se centra en la demanda. O sea, en los que consumimos crudo. Un precio alto del petróleo sube los precios. Un precio bajo, los tira para abajo. Eso es malo en un momento como el actual en el que casi todo el mundo industrializado tiene inflación, y algunos países -como España- sufren directamente de deflación, es decir, de caídas de precios. Con la deflación, el dinero cada día vale más. Eso suena muy bien, pero, si el dinero vale más, las deudas también valen más cada día. Así que no compensa endeudarse. Tampoco compensa gastar porque, cuanto más se espere, más barato va a ser lo que se quiera comprar. Y pasa lo mismo con la inversión: el crédito del banco va a valer más, pero los costes de hacer cualquier cosa van a ser menores cuanto más esperemos, y el precio de lo que produzcamos, también va a ser menor. Es como poner a la economía en letargo.
En el mundo actual, con tipos de interés a cero, o negativos, que el precio del petróleo caiga, es un problema porque los bancos centrales no pueden abaratar más el crédito, así que los tipos de interés reales suben con la gasolina barata. Vamos, que tenemos un círculo vicioso.

Esa es la teoría de Obstfeld. La de Krugman se centra en la oferta. Según el columnista de The New York Times, los países productores de petróleo han sido grandes motores de la economía mundial durante la última década. Han rescatado bancos. Han comprado equipos de fútbol, o, al menos, puesto sus nombres en las camisetas de éstos (si algo une a los jugadores del Barcelona y del Madrid es ser hombres-anuncio de petromonarquías). Desde El Corte Inglés hasta Citigroup, toda gran empresa internacional tiene capital de países productores de petróleo. Ahora, esa gran fuente de capital se está frenando.
Y hay, además, un segundo problema: el fracking en EEUU se ha sostenido gracias a inversiones masivas, porque en ese tipo de extracción de crudo hay que pinchar la tierra muchas veces, ya que los pozos se agotan muy deprisa. Ahora, con 60 empresas en ese sector reestructurando su deuda, Wall Street está sufriendo, como han dejado de manifiesto los resultados de los grandes bancos estadounidenses del primer trimestre.
Así que ¿por dónde viene el problema? Depende de si usted prefiere a Paul o a Maury. O tal vez los dos tengan razón. Lo que está claro es una cosa: en Economía, parece que siempre toca perder. Hasta cuando baja el petróleo. Encima, para escribir este artículo, he buscado el libro de texto de Krugman y Obstfeld y no lo he encontrado. Seguro que me lo han robado.