Trump vuelca el tablero
La energía para generar riqueza es una de las principales premisas de Trump. Sin embargo, ven riesgos ambientales al “destrabar” proyectos polémicos.
El mundo no termina de salir del shock ocasionado por la asunción de Donald Trump en el timón del país más poderoso del planeta. Las nuevas políticas que está adoptando en su administración continúan ocasionando mareas en distintas partes del globo, pero la política energética podría provocar un verdadero tsunami, sobre todo en los países productores de hidrocarburos.
Sin embargo, hay quienes ven “virtudes” en las que podrían ser las políticas energéticas de Trump, y otros ven retrocesos, sobre todo en materia medioambiental. El analista Pedro Mielgo, en el portal económico español Expansión, dice que la combinación de una regulación menos burocrática, incentivos fiscales y reducción de impuestos puede ser un medicamento para la inversión en el sector energético.
Según Expansión, el titulado “America First Energy Plan” combina cinco elementos: la independencia energética; reducir el peso de la regulación y de la burocracia; la política energética debe ser compatible con la protección del medio ambiente; contempla la energía y los sectores energéticos como una fuente de riqueza, y pone como objetivo económico y de política exterior la preeminencia energética de Estados Unidos.
De hecho, los temores sobre los beneficios que podría tener Rusia a raíz de la mutua simpatía entre Trump y Putin, podrían caer por tierra porque una mayor producción de “shales” estadounidenses supondría una seria competencia para el petróleo de ese país, según un análisis del sitio web ruso especializado en finanzas, Lenta. “En ese escenario, los países de la OPEP competirán entre sí y con Rusia por las ventas tanto en Europa como en Asia, donde Irán ha empezado a ofrecer descuentos para no perder su clientes y, si sale bien, ganarse nuevos compradores”, resalta el portal.

INFLUENCIA GLOBAL

Álvaro Ríos, socio director de la consultora internacional Gas Energy Latin America, manifestó que las políticas en materia energética de Donald Trump contrastan con las de Barack Obama radicalmente. “Trump está a favor de impulsar mucho más vigorosamente las energías fosiles, las cuales Estados Unidos tiene abundantemente, como ser carbón, shale oil y shale gas. Quiere en cierta manera hacer el país independiente de las importaciones de Medio Oriente, además de ser un principal proveedor global de gas natural (GNL) y de derivados de petróleo (gasolina y diésel oil)”, señaló.
El analista consideró que entre sus primeras medidas han sido destrabar dos proyectos vetados que son el oleoducto Keystone XL y el Dakota Access. El primero para sacar crudo del norte de Alberta, en Canadá, y llevarlo a las refinerías de Texas e Illinois con costos de transporte más económicos.
El segundo para llevar crudo desde el shale de Bakken a refinerías en la costa este de EEUU e incentivar producción bajando costos de transporte. “Además ha ratificado que la tubería debe ser de origen estadounidense para proteger su industria del acero y que con la construcción de estos ductos se generará miles de empleos en ese país”, subrayó.
Para Ríos, esto es un cambio muy drástico. “Sin ninguna duda que esta política inicial y otras tratarán de favorecer mayor producción de petróleo y gas en Estados Unidos, lo que llevaría a bajar precios y que impactaría a varios productores de petróleo como Colombia, Ecuador, Venezuela, Brasil y en el caso de gas natural a Bolivia. Habrá que ver cómo se dan los sectores contrarios a estas políticas que, con la institucionalidad en Estados Unidos, no es posible cambiar de la noche a la mañana”, sostuvo.

MEDIO AMBIENTE

Si existe un área principal de unanimidad entre las alas populistas y fiscal conservadora del partido Republicano, es respecto a la política energética. En el sitio español Inversión & Finanzas, Saurabh Lele, analista de Loomis Sayles, señalaba que es probable que las compañías de energía tengan ventajas fiscales bajo la administración de Trump.
En ese sentido, Lele prevé un ligero aumento en la producción de petróleo en EEUU y que las políticas de energía renovable sean recortadas en los siguientes cuatro años. “Es probable que las regulaciones sobre el carbono, y otras referentes al medio ambiente sean aplazadas, los créditos tributarios a la energía verde probablemente no sean renovados y los estándares de la economía de combustible promedio empresarial (Corporate Average Fuel Economy, CAFE) están en riesgo de expirar”, señaló.