YPF piensa en alternativas para agregar valor a Vaca Muerta

Compró dos petroquímicas

Con la compra de la planta de polipropileno de Petroken en Ensenada, la mayor petrolera del país amplía su presencia en el negocio petroquímico. La adquisición se enmarca en una jugada mucho más ambiciosa que apunta a convertir esa industria en un conductor esencial para monetizar el shale gas de los yacimientos no convencionales en Vaca Muerta.

La visita en agosto de Jim Fitterling, vicepresidente global de Operaciones de Dow, al campo El Orejano, para conocer de primera mano los avances del proyecto piloto de shale gasque la compañía lleva adelante junto con YPF, deja en claro la importancia que el desarrollo del gas no convencional en Vaca Muerta tiene para el gigante norteamericano, la segunda entre las mayores petroquímicas del planeta.

Dow aspira a ampliar significativamente el polo de Bahía Blanca a partir de la recuperación de la oferta local de gas, que en gran medida estará atada del éxito de las petroleras para sumar reservas de gas de esquisto (shale gas) y de arenas compactas (tight sands). Según declaraciones de sus directivos realizadas en los últimos meses, la compañía apunta hasta a duplicar la capacidad de producción de su complejo petroquímico ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires.

Los productores de hidrocarburos –con YPF a la cabeza– siguen de cerca esos movimientos. De hecho, Miguel Galuccio, presidente de la petrolera reestatizada, acompañó a Fitterling en su recorrida por el yacimiento neuquino. El ingeniero entrerriano baraja desde hace tiempo una estrategia integral para Vaca Muerta, que contempla una pata netamente petroquímica: en la cabeza del ejecutivo, la petroquímica es un driver que servirá para monetizar el gas no convencional.
Su análisis parte de una cuestión estrictamente económica: los clientes de la industria petroquímica son los que más caro pagan el fluido. A fin de asegurarse el suministro de materia prima, los usuarios de ese sector están dispuestos a pagar precios más elevados, que pueden superar los u$s 6 o u$s 7 por millón de BTU. Con esos valores, es más factible alcanzar la tan buscada rentabilidad de los campos no convencionales.

Es todavía una apuesta germinal, pero en YPF ya hacen cuentas acerca de cómo podrían integrar la cadena de valor del gas para resolver el acertijo económico que representa Vaca Muerta.

Ampliación

Mientras tanto, la petrolera cerró una operación que le permitirá incrementar su presencia en esa industria. En agosto anunció la adquisición del 50% de las acciones de Petroquímica Ensenada (PESA) y el 46% de las acciones de Petroquímica Cuyo, ambas compañías dedicadas a la producción y comercialización de diferentes polímeros. YPF pagará aproximadamente u$s 122 millones por ambas participaciones y quedará como socio del Grupo Inversor Petroquímico (GIP), con quien pasará a controlar, en partes iguales, el 100% de Petroken y el 92% de Petrocuyo.

“Esta operación está en línea con nuestra estrategia de seguir construyendo una compañía integrada, comprometida con la industrialización y el valor agregado de nuestra producción. El sector petroquímico tiene enorme potencial en Argentina y forma parte de la estrategia de crecimiento de YPF en un sector de gran competencia regional”, señalo Miguel Galuccio, presidente y CEO de YPF.

Petroken, hasta ahora controlada por el grupo holandés LyondellBasell, es el mayor productor de polipropileno de la Argentina. La operación incluye también a Petroquímica Cuyo, una compañía local del grupo Sielecki, que se asociará con la petrolera que preside Galuccio para ampliar su negocio de polipropileno en la Argentina.

La petrolera reestatizada es el mayor proveedor de propileno, un derivado del crudo que obtiene en su refinería de Ensenada, de Petroken. El contrato de abastecimiento finaliza en 2019. Otro de los proveedores es Shell.

Con la compra de la planta de polipropileno ubicada en las afueras de La Plata, a escasos metros de la refinería de YPF (los separa un canal de agua), la petrolera controlará los márgenes de toda la cadena de valor del derivado petroquímico. Si el precio del propileno es elevado, ganará directamente con la venta de la materia prima. Si está barato, su rentabilidad se trasladará al polipropileno.

De salida

La decisión de Lyondell-Basell de desprenderse de su negocio en la Argentina viene desde hace tiempo. La compañía, uno de los mayores jugadores de la industria petroquímica a nivel mundial, no considera estratégicas ni la escala ni la ubicación geográfica de sus activos locales. El cepo cambiario –que impide al grupo girar dividendos a su casa matriz, ubicada en Londres– terminó de acelerar la decisión.

Petroken tiene capacidad para producir 180.000 toneladas anuales (Tn/año) de polipropileno y 20.000 Tn/año de poliolefinas amorfas (APO). Su facturación ronda los u$s 300 millones anuales, con una utilidad neta cercana a los u$s 25 millones. Son números interesantes, pero que pierden relieve en perspectiva de la facturación mundial de LyondellBasell, que ascendió a los u$s 45.600 millones en 2014. Petroken acumula, además, buena parte de sus ganancias en pesos sin poder liquidarlas al exterior.

“Para YPF, la operación tiene sentido perfectamente, porque es el mayor proveedor de Petroken. Es más, el 80% de la rentabilidad de la cadena de valor del polipropileno pasa por la materia prima. Quien controla el propileno es el que controla el negocio”, explicó a Revista Petroquímica, Petróleo, Gas, Química & Energía un alto ejecutivo del sector que está al tanto de la operación.

Integración

Con una planta ubicada en Luján de Cuyo que adquirió a Petrobras en 2008, Petroquímica Cuyo puede producir 100.000 Tn/año. Para la empresa controlada por la familia Sielecki –el 8% está en poder del grupo brasileño Kelvin Corp– es un salto de calidad, dado que aumenta su masa crítica en el negocio. Pasará a ser accionista de un negocio que triplicará su capacidad operativa. El incremento de su escala le permitirá jugar con mayor soltura en un mercado cada vez más integrado a nivel regional.

“Son negocios que tranquilamente podría administrar una misma estructura gerencial”, precisó un ejecutivo del sector. Desde lo técnico, una integración es viable: Petroquímica Cuyo produce copolímeros, la denominación que recibe el polipropileno que surge del propileno y del etileno. Petroken, en cambio, fabrica homopolímeros, derivados únicamente del propileno. Al frente del management de Petroquímica Cuyo, que tiene una facturación anual cercana a los u$s 150 millones, se encuentra Jorge Sampietro, un ejecutivo de amplia trayectoria en el sector.

Tanto la de Petroquímica Cuyo, en Luján de Cuyo, como la de Petroken, en Ensenada, se encuentran a escasa distancia de las refinerías de YPF. La unificación de ambas compañías arrojaría como resultante un negocio común de alrededor de u$s 500 millones por año.