Dentro de poco más de dos semanas se definirá una cuestión mucho más importante que la figura que ocupará la Presidencia de la Nación: irán a ballotage dos modelos que marcarán el rumbo económico del país.
¿Qué proponen Daniel Scioli y Mauricio Macri para el sector que motoriza la actividad en la provincia? El interrogante no tiene respuestas concretas pero sí se puede delinear un acercamiento al pensamiento de los candidatos. Si bien ninguno ha presentado en sociedad una plataforma energética detallada, hay algunos compromisos concretos e indicios que marcan qué se puede esperar de cada uno, a la vez que se vislumbran importantes cambios en el statu quo.
El gobernador bonaerense cuenta con el respaldo político de sus pares de las 10 provincias que conforman la Ofephi. El neuquino Jorge Sapag fue el artífice del fuerte espaldarazo, cuando a principios de septiembre, fue el anfitrión de la reunión de los mandatarios petroleros en el Espacio Duam. En ese encuentro, el candidato del Frente para la Victoria se comprometió a mantener los precios internos del barril de crudo por encima de las cotizaciones internacionales, política contracíclica acordada en diciembre pasado por la Casa Rosada, el sector empresarial, los gremios y las provincias productoras para mantener el nivel de actividad que comenzó a repuntar desde la reestatización de YPF, y para sostener el empleo.
El mensaje indica que las fluctuaciones del mercado internacional no fijarán las pautas de la política energética interna si el bonaerense ocupa el sillón de Rivadavia. De todos modos, no quedó explicitado si se mantendrá el precio doméstico del barril en torno a los 77 dólares, o -tal como se rumoreó- habrá una leve baja para que una eventual suba del precio del dólar no se traduzca en un fuerte incremento de los combustibles. El acuerdo que rige hoy para el sector vence en diciembre y el próximo presidente deberá marcar las nuevas pautas. El fturo de Vaca Muerta en el corto plazo dependerá de esa decisión.
Otra señal que envió Scioli a las empresas y a las provincias es el incremento de los precios del gas. A cinco días de la primera vuelta, firmó un pacto con la Ofephi para subir los valores a partir del 2016.
Se trata de un Programa de Estímulo que unifica los programas existentes e incrementa el precio promedio percibido en boca de pozo, que hoy está en torno a los 2,50 dólares el millón de BTU, para elevarlo a 5 dólares. En paralelo, se mantendrá los 7,50 dólares para la inyección que exceda las curvas de producción base. Con esos números, la explotación de los yacimientos no convencionales (formaciones tight y shale) es rentable.
El plan inyectaría a las arcas neuquinas al menos 1600 millones de pesos al año en concepto de regalías. El monto podrá ser mayor si se incrementa la producción.
Aún no se anunció quién pagará esa suba. ¿Se hará mediante subsidios de Nación o se trasladará a la tarifa? El país tiene una imperiosa necesidad de dólares, y el sector energético provoca una gran sangría por la compra de gas y combustibles en el exterior. Incrementar la producción doméstica implicaría reducir la utilización de divisas para la compra de gas.
Desde todo el espectro político se coincide en que es necesaria una revisión del andamiaje de subsidios a la energía para aliviar las cuentas del Estado, por un lado, y corregir distorsiones, por otro. Sin embargo, las diferencias surgen en la forma en que se debe hacer.
Pedro Miguel Martín, uno de los especialistas energéticos del equipo de Scioli, admitió la necesidad de «realizar los cambios que sean necesarios» pero destacó que «deben ser paulatinos dentro de un esquema de preservación de la paz social». Se pronunció a favor de mantener los subsidios «para los usuarios de menores recursos y también para sectores de la industria, por su incidencia en la producción y la creación de empleos».
El sciolismo planea un ajuste gradual para llegar, a largo plazo, a la eliminación de los subsidios a las empresas y mantener la ayuda a la demanda sólo en los sectores más vulnerables.
Por otro lado, la postura de Scioli es clara en torno a mantener YPF bajo control del Estado y la necesidad de que la petrolera nacional lidere el desarrollo de la industria y sea la punta de lanza de la recuperación del autoabastecimiento. Aunque ha elogiado la labor de Miguel Galuccio al frente de la compañía, nunca explicitó si lo sostendrá en el cargo.
Macri tampoco presentó una plataforma energética en público, pero las declaraciones de sus referentes en la materia permiten trazar los lineamientos de la política que aplicaría si accede a la Casa Rosada.
El ex presidente de Shell, Juan José Aranguren, hombre de consulta de Cambiemos en cuestiones hidrocarburíferas, señaló que «debería negociarse un nuevo acuerdo sectorial entre petroleros, provincias productoras y sindicatos, refrendado por resolución ministerial, para el período de transición en el que los precios internacionales se mantengan deprimidos».
Si bien es partidario de una liberalización del mercado y de la eliminación de los subsidios a la demanda, Aranguren acepta la intervención estatal en tiempos de precios internacionales deprimidos para garantizar el negocio a las empresas. Cuando los precios internacionales se recuperen, el barril interno debería acoplarse, según el empresario.
Por otro lado, se mostró en contra del programa de estímulo al gas de Scioli. «Si bien entiendo a los que proponen un subsidio a la producción incremental, porque prefieren pagarlo localmente antes que gastarlo en importar gasoil para generar electricidad, por lo general no soy partidario de tener dos precios para un mismo producto, ya que se requieren muchos controles y se presta a mucha discrecionalidad», explicó a El Inversor On Line.
El ex titular de Shell Argentina lidera los equipos técnicos que trabajan en la política energética de un eventual gobierno de Macri.
Con respecto a los subsidios, la alianza Cambiemos propone su eliminación, al menos para la demanda. Aranguren señaló que las familias carenciadas «van a tener un block de consumo de 150 kilowatts por hora por mes que va a ser gratuito». De sus palabras se desprende que el resto de la población –al igual que el sector industrial y productivo- deberá afrontar un gran incremento de las tarifas de electricidad.
Con respecto al gas, los referentes macristas no manifestaron mayores certezas, pero todo indica que la política será similar: eliminar los subsidios al consumidor y unificar el precio en boca de pozo, y abandonar el esquema actual, que está segmentado, con precios más bajos para el usuario residencial.
En cuanto al futuro de YPF, pese a que el PRO votó en contra, en principio, se mantendría el control estatal, aunque con fuertes cambios en la política empresarial. A diferencia de Scioli, Aranguren se mostró a favor de que sea una empresa «más pequeña pero más eficiente», a la vez que criticó la estrategia de la compañía en el desarrollo de Vaca Muerta y la decisión de tomar deuda para apuntalar las inversiones en los yacimientos.
Si bien tampoco se expresó sobre la continuidad de Galuccio, adelantó que separarán los cargos de CEO y presidente de la compañía. «No tiene sentido que el CEO de YPF se siente con (Vladimir) Putin. Ésa es tarea para un presidente», indicó el ex Shell.
Las propuestas energéticas de ambos candidatos difieren en al gradualismo o shock de la quita de subsidios y la suba de tarifas, y en el rol que tendrá la compañía estatal. Sin embargo, no residen allí las diferencias entre Scioli o Macri, sino en el modelo económico en que se anclará el plan energético.
El candidato del FpV apuesta a recuperar el autoabastecimiento para apuntalar una fase desarrollo económico con eje en una mayor industrialización, protección del mercado interno y sustitución de importaciones. Mientras que los economistas de Cambiemos son partidarios de una liberalización de la economía. |
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