El plan de Macri para la PIAP

Nación mantendrá los subsidios pero busca que la planta sea autosuficiente. Exportación y un cuarto reactor en carpeta.

La Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) es una rara avis dentro de Argentina. Es la más grande en su tipo en todo el mundo, pero fabrica un producto cuya demanda es puntual y esporádica. Posee tecnología que no existe en otra parte del globo pero no tiene otro mercado que no sea el doméstico. Genera un compuesto que vale 1.000 dólares el kilo, pero desde hace un año se sostiene sólo gracias a millonarios subsidios del Estado.

Con la construcción de Atucha III en terapia intensiva, estalló la crisis dentro de la fábrica. El único motor era la elaboración de agua pesada para ese reactor, que ahora quedó en un limbo. Los trabajadores fueron los primeros en encender la alarma y pedir soluciones para evitar el cierre de la emblemática empresa.

El presidente Mauricio Macri tiene un plan para la PIAP. Fuentes de la Casa Rosada sintetizaron a «Río Negro Energía» cuáles serán las principales medidas para reactivar la planta, que es administrada por un consorcio entre el gobierno nacional y el provincial.

-Sincerar los números. Según revelaron a este medio desde el Ministerio de Energía, sólo el año pasado, la PIAP funcionó con subsidios que superaron los 300 millones de pesos y que estaban fuera del presupuesto. El macrismo quiere que la planta sea sustentable –algo que ven posible- y aspiran a que Nucleoléctrica Argentina, la compradora de agua pesada para las tres centrales argentinas, pueda pagar el insumo a partir de su propia facturación, gracias a la suba de tarifas eléctricas que promovió el gobierno. Mientras tanto, hay un compromiso expreso de mantener los subsidios. Ya hay una partida de unos 120 millones con los cuales se mantendrán los salarios hasta mitad de año.

-Aceitar el mercado interno. Según los expertos de Energía, existe un mercado local de 30 toneladas de agua pesada por año. La tecnología denominada Candu que usa Argentina (ver aparte), demanda el insumo una única vez cuando se pone en marcha el reactor. Pero luego hay un porcentaje que se pierde y debe ser repuesto, que ronda el 1,5 o 2% cada 12 meses. Hay que considerar que para que la planta funcione a pleno debe fabricar al menos 100 toneladas por año, con lo que el mercado interno apenas cubriría un 30%. Existe también un mercado marginal que es el médico, pero que no movería la aguja.

-Buscar compradores extranjeros. Como prometió el subsecretario de Energía, Julián Gadano, se buscará exportar agua pesada. Ya existe un acuerdo muy avanzado con un país cuyo nombre aún no se reveló. La actuación de Cancillería es clave en este proceso.

Si se mira a vuelo de pájaro la actividad no debería haber problemas para colocar producto en el extranjero. Argentina tiene la planta más grande del mundo. Existen muy pocas competidoras, casi todas en la India. En cambio, hay demanda mundial más dispersa. Canadá tiene todas sus centrales con esta tecnología. En otra época se supo exportar también a Australia, Noruega, Corea del Norte e inclusive pequeñas cantidades a Estados Unidos.

En 2015 funcionó con subsidios que superaron los 300 millones de pesos y que estaban fuera del presupuesto.

En los últimos años, toda la actividad de la PIAP estuvo centrada en fabricar unas 680 toneladas de agua pesada para la primera carga de Atucha II. Los mercados externos, entonces, pueden ser una opción concreta para que la fábrica sea sustentable. Inclusive, algunos especialistas creen que podría hacerse un stock de agua para mejorar el precio y ser más competitiva.

Según números actualizados del gobierno nacional, un kilo de agua pesada puesta en puerta de la planta cuesta 852 dólares más IVA. Esto, sin contar el inminente aumento del gas, del cual la fábrica hace un uso intensivo: consume el equivalente al 80% de la ciudad de Neuquén. De hecho, debe parar en invierno para no dejar sin recurso a las zonas urbanas cercanas.

-Reflotar el plan nuclear. El plan de largo plazo de Mauricio Macri tiene un capítulo nuclear. Se hará una cuarta central, aunque todo indica que se deseachará el proyecto de Atucha III. Según las fuentes del Ministerio de Energía, la carpeta con el proyecto ejecutivo sólo contaba con 11 páginas. «Hubo una firma del contrato para la foto y nada más», enfatizó, enojado, un hombre al tanto del acuerdo.

Pero existe una gran duda. Hay un fuerte lobby en el sector para que la eventual cuarta central funcione con uranio enriquicido, con un tipo de reactor más eficiente. El problema, claro, es que no demanda agua pesada.